👋🏻 Hey folks
En muchas ocasiones encontramos inspiración en otras disciplinas que nos permiten tomar como referencia ideas, recursos, procesos de trabajo… ¿Y qué maravilla no? No limitarnos a nuestro campo y ampliar el espectro es tan enriquecedor que hace que una se sienta afortunada al comprender que al abanico de un diseñador es tan grande como decidas.
Este jueves Paula Montoto nos acerca al urbanismo de la mano de Jane Jacobs, haciéndonos ver cómo podemos tomar como referencia muchos de sus aprendizajes para usarlos en nuestros procesos de diseño.
Humanizar, observar y comprender
por Paula Montoto
Jane Jacobs (1916–2006) ha sido una de las personas que más ha contribuído a la forma en que actualmente pensamos las ciudades. Esta activista política, divulgadora y columnista de arquitectura fue una observadora crítica de los tejidos urbanos. Nacida en Pennsilvania, emigró en su juventud a Nueva York atraída por la vibrante vida urbana de la ciudad en los años 50. Aún sin título universitario, llegó a ser editora en la revista Arquitectural Forum, dónde empezó a publicar polémicos artículos en contra de las tendencias urbanísticas predominantes de la década de los 50, aquellas que propiciaban el culto al automóvil, la desvalorización de los centros urbanos tradicionales, la preferencia por grandes torres alejadas de la escala humana y las demoliciones sistemáticas de antiguos edificios en nombre del progreso y la modernización.
Estas ideas le llevaron a ser duramente criticada y ridiculizada por diversos tecnócratas del urbanismo moderno y sobre todo a entrar en una batalla pública en contra del alcalde Robert Moses –al que consiguió imponerse–, siendo así la primera voz de resistencia y participación ciudadana ante un urbanismo impersonal y autoritario.
Cinco décadas después, las ideas que podemos encontrar en su célebre obra “Muerte y vida de las grandes ciudades” (1961) sobre el urbanismo y la ciudad siguen plenamente vigentes. Jacobs pensaba las ciudades como organismos vivos, en constante transformación. Lugares heterogéneos de muchos usos, donde en un mismo barrio deben de convivir distintos niveles socioeconómicos, edificios comerciales y residenciales y gran variedad de negocios. Construcciones de escala humana, manzanas pequeñas y la calle como institución social y de seguridad, ya que una calle con vida y movimiento es una calle segura. En definitiva, la ciudad como espacio de diálogo, de diversidad, de encuentro y de cuidados.
Las reflexiones de Jacobs nos dejan aprendizajes que pueden ser muy interesantes a la hora de afrontar proyectos de diseño. Su visión sobre las ciudades es fácilmente extrapolable en muchos puntos a la creatividad y a la forma de abordar nuestros proyectos:
Su objetivo fue humanizar la ciudad
Diseñamos para personas. Son los humanos quiénes usan nuestros productos, se relacionan con las marcas que diseñamos y con las interfaces que realizamos. Diseñar pensando en crear un mundo más humano, donde la tecnología y las personas convivan de forma armónica es nuestra responsabilidad como diseñadores. No solo debemos de pensar en el usuario, si no en la sociedad, cómo muy bien se explica en este artículo de Folks.
Conocer la ciudad antes de cambiarla o intervenir en ella
Jacobs huía de la planificación desde despachos y sin contexto. Preguntarnos los porqués de cada decisión de diseño y conocer lo que estamos diseñando con profundidad es la única forma de aportar valor real. Jacobs defiende la observación, salir a la calle, hablar directamente con las personas. No podemos ser buenos diseñadores si trabajamos desde lo ajeno.
De lo pequeño a lo grande
Entender cómo funcionan las ciudades a escala microscópica para, a partir de ello, extraer lecciones de cara a su planificación urbanística es uno de los pilares de la obra de Jacobs. La observación de lo cotidiano y el análisis constante de nuestro entorno puede ser una de las mejores formas de entender después la big picture.
"Una ciudad debería de ser ella misma. Una de las cosas más tristes es ir a una ciudad y que sea igual que otras 12 que ya has visto. Eso no es interesante y tampoco sincero".
Entender siempre la idiosincracia y la personalidad de lo que estamos diseñando. En ocasiones vemos marcas o productos que por tendencias intentan dar una imagen poco coherente con sus valores, comunicándose de forma poco consistente y dando lugar a incoherencias entre lo que dicen y lo que hacen. Respetar la esencia de lo que creamos es la única forma de diseñar de forma honesta.
Humanizar, observar de cerca, comprender la esencia de lo que creamos y aceptar la belleza del caos que supone enfrentarse a nuevos retos de diseño –que como en las ciudades, más que un caos representa una forma compleja y altamente desarrollada de orden– nos hará diseñar mejor y de forma más consciente.
PD: Si queréis profundizar un poco más, el documental “Citizen Jane: Battle for the City” hace una narración espléndida de los enfrentamientos entre Jacobs y Moses por el futuro de la ciudad de Nueva York.
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