👋🏻 Hey folks
Hoy nuestro compañero Dani nos recalca la importancia de perder el miedo a equivocarnos, a fallar.
En el ámbito laboral, por ejemplo, pretendemos llegar con todo ya sabido de casa, o al menos lo aparentamos. Pero muchas veces, quizás la mayoría, dependemos de los errores para aprender.
Así que aprovechamos la newsletter de hoy par recordar que todos nos hemos sentido inseguros, hemos tenido dudas y nos hemos enfrentado a situaciones desconocidas que nos han quitada el sueño y que a la vez nos han permitido crecer y aprender.
Espacios para la equivocación
por Dani Ruiz
Desde que empezamos nuestra educación como niños en la escuela hasta la universidad y después también en el mundo laboral, se nos inculca de una forma casi subconsciente la idea de que fallar está mal. Si te equivocas en una pregunta tipo test: Resta puntos. Si haces todo el problema bien pero te falla el resultado por un decimal, tu esfuerzo no ha servido de nada. Si pintando te sales de la línea, eres uno de esos niños que ni siquiera es capaz de hacer bien una tarea tan sencilla como dibujar.
Hemos mitificado tanto el concepto de error que ya casi nos hemos olvidado de que en la inmensa mayoría de los casos al equivocarse nunca pasa nada. Si lo pensamos fríamente, nadie murió por salirse de las líneas, ni nadie es peor persona por sacar un 6 en vez de un 10. Si golpeas a alguien en el metro, le puedes pedir perdón. Si te equivocas con la hora de la reunión, se puede reagendar y si se te cae un vaso al suelo, seguramente podrás encontrar otra forma de beber.
No soy el primero en venir a hablar del error. Muchos hasta lo usaron como una propuesta disruptiva en el mundo del arte, de la moda, incluso de la arquitectura. Pero creo que ya es momento de que lo normalicemos, y que en nuestras empresas, como managers y como directores, empecemos a generar espacios para la equivocación.
Viendo a la gente empezar en el mundo laboral siempre me fijo en ese miedo absolutamente incesante y bloqueante a liarla, a no superar el periodo de prueba, a no llegar a tiempo a las entregas… y cada vez me doy más cuenta de que equivocarse es una de las formas más rápidas de aprender. Creo profundamente que si esa gente supiera que puede probar cosas y fallar en el intento sin que colapse el universo seguramente las harían más tranquilos y acabarían llegando a un mejor resultado. Y si no, siempre podrían aprender de ello y probar otro enfoque.
Y no creo que en realidad sea cuestión de experiencia, ni de edad. En realidad ni siquiera es una cuestión solamente laboral. Todos tenemos responsabilidades y creo que todos trabajamos y actuamos mejor cuando sabemos que estamos en un espacio humano donde siempre hay espacio para la rectificación y para darte cuenta tú mismo de lo que no te ha salido bien.
Me alegra mucho ver que en el mundo del producto digital hemos evolucionado y conseguido superar la mentalidad de proyecto. En esta, desde que llega el encargo hasta la entrega pasa una eternidad en la que se prototipa, se testea y se retestea para no fallar en el momento del lanzamiento. Por suerte, cada vez nos acercamos más al método empírico que se utiliza en el ámbito científico: Testear hipótesis rápido para llegar a una solución, aprendiendo por el camino. Y me alegro que hayamos dado ese paso. Nos ha costado lo nuestro.
Y que conste que no defiendo el fallo sistemático, ni el fallar por fallar; pero creo que una cultura de empresa, o incluso un vínculo familiar, siempre será más fuerte si se normaliza el error, si la gente no le tiene miedo al jefe y tiene oportunidades desde el principio, si te echan un poco a los leones al empezar y tienes espacio para descubrir tú mismo la realidad, sabiendo que siempre vas a poder pedir ayuda si te ves en apuros.
Las personas siempre quieren crecer, y si quieres que tu compañía crezca, tu también querrás que lo hagan. No tengamos miedo al error y generemos espacios para la equivocación.
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No dejes de sorprenderte
Al hilo del post anterior queremos reflexionar sobre la preciosa capacidad que tenemos los humanos para la curiosidad, la sorpresa y la ilusión, incluso aunque se trate de algún detalle cotidiano.
En muchas ocasiones el miedo a equivocarnos también nos paraliza y nos instala en una rutina donde estamos cómodos, donde no hay incertidumbre y donde sabemos qué tenemos que hacer. Y aunque muchas veces necesitemos esta sensación de control también disminuimos las posibilidades de probar, de experimentar, de abrir los ojos y por consecuencia, de estimularnos y sorprendernos.
Te animamos a que te aventures, a que experimentes, a que pruebes algo nuevo y con un poco de suerte, a que te sorprendas.
Una de recomendaciones
Para cerrar la newsletter de hoy te traemos una ración de herramientas para que (ojalá) te sorprendas. O al menos para que despierten un poco tu curiosidad.
La que más nos ha impactado es sin duda la que ha anunciado Google hace poco, y es que este gigante tecnológico no iba a ser menos en la revolución de la IA.
Por cierto, si quieres tener ChatGPT en tu iPhone y usarlo con Siri, ya puedes. 🤯
Y a propósito de experimentar. Con esta herramienta de IA puedes probar una receta nueva. Nueva o “de aprovechamiento”, depende de lo pelada que tengas la nevera. 🍳
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