👋🏻 Hey folks
Hoy nuestro compañero Antonio nos relata qué experimentó hace años al visitar el David de Miguel Ángel en Florencia. Una sensación transcendental con la que no hemos podido evitar recordar el famoso síndrome de Stendhal. Síndrome que el autor francés Henri-Marie Beylecuyo bautizó con su propio apodo al vivir una experiencia casi mística también en la misma Florencia.
Lo interesante de percibir de esta manera la belleza, quizás sin llegar al nivel de Stendhal, con mareos, taquicardias o sudores, es que se puede llevar a cabo más allá de un museo o una ciudad espectacular. Desde luego hay que ser observador, estar calmado, atento y sobre todo, presente. Por eso este jueves te invitamos a que des un paseo estés donde estés y te concentres en observar el paisaje, a ver qué sucede.
Mi primera experiencia estética
por Antonio Cordero
¿Has tenido alguna vez la sensación de que tu cuerpo se estremece al sentir una obra de arte? Ojalá que sí.
Cuando estaba cursando bachillerato, coincidimos un grupo de estudiantes que, además de compartir el festival de hormonas típico de la edad, teníamos una inocente sensibilidad por el arte. Desde la ignorancia, desarrollamos una pasión con la que fuimos conectando y fue en aquellos años, en un viaje de fin de curso a Italia, cuando tuve mi primera experiencia estética.
Durante esos días, visitamos los highlights del país y hubo algo que cambió totalmente mi forma de ver el mundo: la visita al David de Miguel Ángel. Al entrar al Museo de la Academia de Florencia y encontrarme de frente con la escultura fue como si me trasladara a otra dimensión. En ese momento y por unos instantes el mundo que me rodeaba desapareció y sólo existíamos la obra y yo, nada más. Fue como descubrir un tesoro, me sentí muy afortunado por haber llegado a experimentar algo así, como si tuviera superpoderes que me permitían ver información oculta en aquella obra. Al cabo del tiempo dejé de sentirme tan especial al ver que era algo más o menos común, pero… ¿y lo que moló?
Desde entonces, otras sensaciones mucho más accesibles se acentuaron: la luz del día, los sonidos de la naturaleza, un olor, el rasgar de una guitarra, un abrazo, una textura, el silencio… Ocurrió lo mismo con los sentimientos: la felicidad, el afecto, el entusiasmo... e incluso la parte negativa del asunto: la tristeza, la melancolía o los pensamientos existenciales.
Me doy cuenta de lo importante que fue ese momento en mi forma de ver la vida. Aquella experiencia no provocó simplemente respuestas emocionales, transformaron la percepción de todo lo que me rodeaba e incluso la forma de enfrentarme a mis propias creaciones.
Es posible que para que algo se vuelva tan trascendental deban darse determinadas circunstancias que acentúen el mensaje. En mi caso con El David, la construcción de la Galería de La Academia pretende potenciar la obra que guarda. Lo mismo con el grupo de personas que me acompañaban, apoyaron la experiencia con el ambiente que generaban. Sin embargo, nuestra disposición puede también hacernos más conscientes de los detalles y sensaciones que antes pasábamos por alto, desarrollando una mayor capacidad para apreciar la belleza y la calidad de las cosas que nos rodean para trasladarlas a nuestro propio archivo de recursos. Observar puede ayudarnos a comprender mensajes ocultos y a valorar mucho mejor la construcción de sus medios.
Como profesionales del diseño, tenemos entre otras la responsabilidad de comunicar y, en ese sentido, es fascinante la capacidad de expresión que tiene el arte. La definición de conceptos abstractos según las palabras del diccionario siempre me ha resultado infinitamente más lejana a lo que llegan a transmitirme algunas obras. Aunque la percepción de la belleza es subjetiva, la capacidad de emocionar y conmover es sin duda universal. Tenemos la posibilidad de convertir la inspiración en una herramienta ultra poderosa que nos ayude lograr que nuestro trabajo sea más significativo y resonante para el público al que nos dirigimos.
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Conectando con el pasado
Y para seguir con esa experiencia estética que nos describe tan bien Antonio al descubrir una obra de arte, queríamos recordar este gran hallazgo que se comentó esta semana en Jueves. Es increíble ver cómo seguimos conociendo y recuperando datos del pasado que nos hacen entender mejor las comunidades que habitaban estas tierras y su forma de relacionarse con el mundo.
En este caso hablamos del yacimiento de las primeras figuras humanas relacionadas con la civilización tartessica desarrollada en la costa suroeste de la península. Detalles como la primera aparición de unos pendientes con más de 2.500 años en estos bustos nos permiten saber cómo los usaban y esto nos hacer ver y entender mejor aun el gran valor de estos tesoros ocultos.
Narración al poder
Para cerrar la newsletter de hoy te traemos a Liv Strömquist, una de las novelistas gráficas más prestigiosas de Suecia que se ha hecho un hueco importante en el panorama editorial internacional. Tras más de 10 publicaciones, Strömquist ha creado un universo a través de sus cómics en los que disecciona la sociedad actual con gran maestría y un humor muy afilado, tocando temas como el feminismo post moderno o la sociopolítica.
Forma parte de su sello basar sus debates en sólidas referencias culturales mencionando grandes nombres de la filosofía y analizando precedentes en la historia. Os recomendamos libros como No siento nada, La sala de los espejos o cualquiera de sus obras, no solo para reflexionar, sino también para pasar un rato muy entretenido.
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