👋🏻 Hey folks
El miedo al cambio es algo intrínseco en el ser humano, pero también lo es el hambre de conocimiento, la creatividad y la experimentación.
No hay cambio sin incertidumbre y tampoco hay progreso sin cambio y la muerte de la ilusión cuando estamos instalados en el tedio de una rutina que conocemos de sobra es algo que los diseñadores intentamos combatir constantemente. Eso es justo lo que vivió nuestro compañero Manu hace un año, experimentando cómo la búsqueda del cambio puede ser una maravillosa oportunidad.
El cambio como oportunidad
por Manu Tejero
Hace exactamente un año comenzaba mi master centrado en diseño de producto. Comencé este master en busca de cambios en mi situación laboral y personal. La monotonía se había adueñado de mi día a día. Un trabajo en remoto con México que tras dos años empezaba a pesar, proyectos que se quedaban en el aire, las responsabilidades como autónomo y una gran desconexión con mi plan de futuro. Todo esto además, propició una gran desmotivación en lo personal y perjudicó a mi propia salud mental. La zona de confort en la que había estado todo ese tiempo empezaba a no serlo y aprender una nueva disciplina se mostraba como una oportunidad de cambio que ansiaba desde hacia mucho tiempo.
Comencé mi formación, y todo empezó a rodar. La monotonía del día a día se rompía con mis nuevas clases los fines de semana. Conocía a nuevos compañeros de profesión con los que compartir inseguridades. Nuevos profesores y mentores a los que tener como referencia y proyectos académicos que volvían a activar mi mente. Actualicé mi portfolio, esa tarea que tanto nos cuesta a los diseñadores realizar y tracé en mi mente unos objetivos de futuro que me sirvieron de motivación en estos primeros meses.
Unos meses más tarde comencé a trabajar en Mendesaltaren. No podía ser una mejor noticia, mis planes comenzaban a tomar forma y un estudio centrado en producto digital me brindaba la oportunidad de desarrollarme, primero como diseñador visual y más tarde como diseñador de producto. Nuevos compañeros, nuevos proyectos y una oficina cerca de casa a la que poder ir cuando quisiera hacían olvidarme de los problemas del pasado. Con el nuevo cambio llegaban también los nuevos retos. Adaptarme a un nuevo equipo, conocer los procesos del estudio, tratar con nuevos clientes. Todo ello mientras seguía asistiendo a las clases del master. Comenzaba a intuir los procesos detrás de la creación de un producto digital, nuevos conceptos como “componente” o “sistema de diseño” aparecían frente a mi y me aventuraba a hacer mis primeros diseños con Figma. Unos meses más tarde y tras muchas horas estaba presentando mi trabajo final de master.
Tras un par de proyectos en el estudio enfocados en identidad de marca en surgió la primera oportunidad para entrar en un proyecto de producto. Un proyecto ambicioso, con unos deadlines cortos que exigían trabajar de manera muy ágil. Todo un reto para un recién llegado.
Y la cosa comenzó con las inseguridades del que se enfrenta a algo por primera vez. Estaré a la altura, habré aprendido lo suficiente, dudas etc. Comencé entonces a conocer de primera mano el proceso de diseño en producto. Comenzaba a trazar mis primeros wireframes, a conocer un sistema de diseño de cerca, creaba mis primeros tokens, construía mis primeros componentes aplicando variables y llevaba a cabo mis primeros diseños de pantallas en un entorno profesional. Tiempo también para empaparme de referencias, dedicar tiempo a ver como otras personas habían resuelto problemas similares a los míos fue fundamental para crear mi propio maletín de soluciones. Tiempo también de preguntar, preguntar mucho, aprovechar todo el conocimiento de mis compañeras y compañeros fundamentales en un momento en el que cimentar unas buenas bases de conocimiento era clave.
Al cabo de unos meses notaba que esas inseguridades iniciales perdían fuerza, y empezaba a tener muchos aspectos del día a día controlados. La documentación formaba parte de mi rutina, los tokens respondían a mis necesidades, creaba componentes con la habilidad de un mago y conocía las referencias que mejor se adaptaban a los problemas que se me planteaban. Era el momento de empezar a disfrutar el proceso. Me atrevía entonces a plantear nuevos flujos, diseñaba con la mente centrada en el usuario y veía de lejos los córner cases. Empezaba también a crear prototipos más atractivos y sobre todo empezaba a tener mucha más autonomía que al principio. Siempre escudado por los compañeros y compañeros que me apoyaban cuando era necesario.
Esta semana hemos terminado la entrega del proyecto, y no podría estar más satisfecho con los resultados que hemos logrado. A nivel personal, considero que he logrado adaptarme a un nuevo ecosistema de trabajo de manera fluida. Durante este tiempo, he acumulado una cantidad considerable de conocimiento y he desarrollado nuevas habilidades para enfrentarme a los desafíos que se presenten en el futuro.
Este último año ha sido un período de transformación personal y profesional, un recorrido que ha estado lleno de emociones y cambios significativos. Me gustaría aprovechar este espacio para recordar que los cambios y los retos, por muy desafiantes que parezcan, pueden ser grandes oportunidades de aprendizaje y crecimiento. Como resultado, hoy me encuentro en un lugar donde me siento más fuerte, más capaz y más comprometido que nunca.
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Por si te lo perdiste
Hoy venimos con un mix de inspiración que se ha compartido por la comunidad de Telegram para que llenes este jueves de nuevas ideas. ✨
Empezamos con el mundo del ecommerce, que aunque para muchos esté bastante trillado, nunca está de más tener referencias de calidad para futuros proyectos. En este caso referencias de ecommerces de lujo, donde la estética y la narrativa son protagonistas.
Y por otro lado, esta landing que nos compartieron hace unos días nos ha llamado la atención: un negro predominante, juego de luces, formas 3D… No tiene desperdicio.
Por último, en la comunidad nos encanta abrir melones de qué setup de trabajo le va mejor a cada uno y esta semana el foco ha estado en los ratones, donde salieron a la luz los amantes y detractores del Magic Mouse, lo que sería el debate de la tortilla con o sin cebolla para los diseñadores.
Denise Scott Brown
Nacida en Zambia en 1931 y afincada en Filadelfia, Denise Scott Brown ha dedicado toda su vida a la arquitectura y es considerada una de las arquitectas más influyentes del siglo XX. Junto a su marido, Robert Venturi, definió el movimiento posmoderno y llevó el diseño de vanguardia a las áreas suburbanas y los campus universitarios.
Para levantar sus más de 200 edificios, Scott Brown buscaba inspiración en lo cotidiano. Entre sus obras más conocidas, está la ampliación de la National Gallery de Londres en Trafalgar Square, el Seattle Art Museum, la estación de bomberos número 4 de Indiana y la Squirrel Hill House, en Pittsburg.
Pese a que Scott Brown y Venturi habían pasado décadas trabajando juntos, en 1991 él fue galardonado con el premio Pritzker. Ella, sin embargo, fue excluida, lo que suscitó un debate sobre los obstáculos que deben afrontar las mujeres para obtener reconocimiento.
Una petición promovida por estudiantes de Harvard en la plataforma change.org para que Scott Brown comparta el Pritzker de su marido tiene más de 20.000 firmas. Entre ellas, están las de algunos de los arquitectos más famosos del mundo, incluidos seis ganadores anteriores del Pritzker e incluso el propio Venturi. En la petición, se explica que las contribuciones de Scott Brown fueron fundamentales para que Venturi ganara el premio en 1991.
De hecho, con gran premonición, en 1975 Scott Brown escribió el ensayo Room at the top? Sexism and the Star System in Architecture, en el que describía su lucha por ser reconocida como socia igualitaria de la firma en un sector predominantemente masculino. No lo publicó hasta 1989 por temor a que perjudicara su carrera. A partir de ese momento, ha sido una firme defensora de las mujeres en la arquitectura.
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