👋🏻 Hey folks
Cada cierto tiempo nos gusta llamar a reflexionar sobre nuestro trabajo y cómo lo que diseñamos impacta en las personas, además de hacer hincapié en el uso que hacemos de la tecnología también como usuarios.
El post de hoy nos ayuda a recordar que estamos sumergidos en un mar de notificaciones y reclamos de atención que no nos deja parar un momento y pensar. Nuestro compañero César, Head de Motion Design en mendesaltaren, nos recuerda la responsabilidad que tenemos a la hora de diseñar productos y reclamar o no la atención de nuestros usuarios.
Esperamos que puedas leernos sin distracciones. 🫶
Atención y diseño
por César Avila
Me gustaría abordar un tema en el que, bajo mi punto de vista, el diseño tiene un impacto directo: la atención del ser humano.
La atención es la capacidad para enfocar nuestra mente y sentidos en un área específica de la realidad, sea un acontecimiento, tarea, o acción. Además, es un factor importante para la calidad de vida. La falta de atención está asociada a mayores niveles de stress, menor capacidad de usar el intelecto eficientemente y más errores en las actividades que llevamos a cabo.
Sin embargo, nuestra atención se está degradando de forma preocupante. Un estudio revela que a principios de la década de los 2000 el periodo de atención promedio era de 2,5 minutos; en estudios más recientes, la cifra ha bajado a los 47 segundos.
¿Qué esta ocurriendo? Hay factores como una alimentación menos saludable, mayor stress, más contaminación, y por supuesto, el que a nosotros nos ocupa, el impacto de los dispositivos tecnológicos. (Johann Hari detalla 12 causas en su libro Stolen Attention).
Probablemente, como a mi, te ha pasado que para mantener el foco, tienes que tomar acciones específicas: apagar notificaciones, crear espacios libres de distracción, usar editores de texto minimalistas, silenciar el móvil, etc.
Esto es algo que pareciera natural y acertado hasta que surge la pregunta: ¿Es responsabilidad nuestra porque nos distraemos fácilmente? o ¿es que hay un propósito para captar nuestra atención continuamente?
Pienso que sin darnos cuenta, hemos aceptado y adoptado como algo natural una forma de consumo de contenido que nos dispersa y diluye, y al mismo tiempo, hemos normalizado la percepción de que somos nosotros los que nos distraemos, cuando en realidad estamos bajo estímulos creados específicamente para despertar nuestro interés.
En mi opinión, el diseño ha tomado parte en la creación de este escenario. Como diseñadores, ofrecemos información al usuario a cambio de su tiempo y atención. Desde el punto de vista de negocio, parte del éxito de nuestro trabajo radica en 1. Descubrir, entender y utilizar aquellos aspectos que van a mejorar el engagement del usuario. 2. Medir que hemos captado al usuario de forma efectiva.
Por lo anterior, quisiera abrir espacio para que reflexionemos con tres preguntas:
¿Está nuestro trabajo influyendo negativamente en la atención de las personas?
Si es así, ¿Podemos hacer algo para minimizar el impacto?.
Como profesionales en el campo tecnológico, ¿De qué forma podemos ayudar a las personas a conservar, y aún más, mejorar su capacidad de atención?
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Lugares para la calma
Y al hilo de la reflexión de César hemos recordado aquello que sugiere Amber Case cuando habla sobre Calm Technologies: un libro es el artilugio perfecto. No busca reclamar tu atención, no requiere que lo cargues, está ahí cuando lo necesitas y nunca te acribillará con pitiditos para que lo leas.
Es quizás por eso, entre muchas otras cosas por lo que las bibliotecas y las librerías son lugares enigmáticos y relajantes. Templos de la curiosidad y el conocimiento que invitan a sumergirte en los pensamientos de otros.
Si a eso le añades una arquitectura que busca transportarte a otra dimensión el resultado puede ser tan embaucador como impactante. Esto es lo que puedes experimentar si vas a Huai'an Zhongshuge, una librería en a Jiangsu, China, diseñada por X+Living con el objetivo de desafiar los límites de la imaginación y la realidad, invitando a sus visitantes a despegarse de la frenética rutina, reflexionar, y sentirse dentro de un cuadro de Escher.
Greta Magnusson-Grossman
Greta Magnusson-Grossman fue una interiorista, arquitecta y diseñadora de muebles sueca. Una de las pocas mujeres diseñadoras que consiguió destacar en el escena arquitectónica del siglo XX en Los Ángeles. Tenía una forma única de ver el modernismo sueco, lo concebía como una síntesis del saber hacer europeo y la cultura y el estilo de vida californiano. Esto hizo que se popularizase en Estados Unidos.
Nació en Helsingborg en el año 1906. En su familia eran ebanistas y ella fue aprendiz de carpintero. Se graduó siendo la única mujer en el taller. Además, estudió diseño de muebles dónde destacó en el dibujo técnico, centrando su trabajo en el diseño de muebles, textiles y cerámicas. Más tarde estudió arquitectura en la Real Academia de Tecnología de Estocolmo.
En 1933 ganó el segundo premio de Diseño de Muebles de la Sociedad Sueca de Diseño Industrial, convirtiéndose en la primera mujer galardonada. Fue entonces cuando fundó «Studio», su propio taller-tienda, que se convertiría en el lugar reunión de moda de los jóvenes diseñadores suecos.
En 1940, con la Segunda Guerra Mundial de por medio, se mudó a Los Ángeles, donde funda junto a su marido el estudio y tienda Magnussen-Grossman en Rodeo Drive. Su tienda se convirtió en un lugar de peregrinación del famoseo hollywoodiense que estaba descubriendo una forma temprana del diseño sueco. Los diseños que desarrollaron se identifican por mezclar materiales y por sus delgadas proporciones.
Entre los años 1949 y 1959 diseñó 14 casas en Los Ángeles, siendo especialmente conocida por hacerlo en parcelas complicadas. Grossman se hizo conocida por construir viviendas sobre laderas de colinas, solares que otros arquitectos desechaban.
Algunas de sus obras más conocidas son las lámparas de las colecciones Cobra, G-10 y la Gräshoppa. Todas estas colecciones son de líneas sencillas y elegantes, del estilo Mid Century Modern americano.
En 1966 Grossman se retiró de la escena arquitectónica mudándose a una casa diseñada por ella misma al norte de San Diego. Tres años después, y tras la muerte de su marido, pasó los últimos 30 años de su vida en relativa oscuridad y dedicándose a pintar paisajes.
Desgraciadamente, gran parte de las casas que Grossman diseñó y construyó han sido demolidas. Murió en agosto de 1999, siendo absolutamente olvidada, ya que ni sus vecinos más próximos la conocían.
Actualmente resulta complicado encontrar referencias sobre ella por lo que quisimos darle un mini espacio, por la elegancia atemporal indiscutible de su obra y porque es una auténtica genia. 💐💫
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