👋🏻 Hey folks
Hoy nuestra compañera Sara Rivera, Head of Product Design en mendesaltaren, nos comparte una reflexión sobre aquello que pasa o no a la historia, y lo hace de la mano de varios proyectos impulsados por mujeres en los que se busca la recolección de archivos en la basta memoria de internet y la configuración de narrativas más diversas e inclusivas.
Mañana es 8 de marzo y queremos aprovechar para recomendarte tres artículos sobre tecnología y desigualdad que evidencian que aún tenemos mucho camino por delante.
Contar es escuchar - Quién y cómo se determina lo digno de la historia
por Sara Rivera
Vivimos en un mundo donde parece que tenemos acceso a una cantidad infinita de información. Pero, ¿con qué frecuencia nos preguntamos quién decide qué historias quedan guardadas para siempre y cuáles se desvanecen en el olvido? Es una pregunta importante que a menudo pasa desapercibida. Nos lleva a pensar no solo en la información que consumimos todos los días, sino también en quiénes tienen el poder para elegirla y en cómo esos procesos están influenciados por el poder, los prejuicios y los privilegios.
Mindy Seu, diseñadora e investigadora estadounidense, ha focalizado su trabajo en la recolección de archivos digitales a través de su proyecto Cyberfeminism Index. Este proyecto tiene algo muy genuino: actúa como un depósito online donde guarda las historias en la era digital. No se trata solo de una recopilación de activismo, arte, ensayos y código online, sino de cuestionar cómo se decide qué merece ser guardado. Nos desafía a reconocer y valorar las voces que suelen ser ignoradas o silenciadas, ampliando nuestra comprensión de la historia digital de una manera más inclusiva y diversa.
El término "ciberfeminismo" es deliberadamente ambiguo para ser inclusivo y adaptable. Seu aborda el término desde su etimología, dándole sentido a su repositorio. "Ciber" proviene de la cibernética de Norbert Wiener en los años 40, y luego se utilizó en la década de los 80 con el término "ciberespacio", gracias a la novela Neuromante de William Gibson, una era que anticipó nuestras redes digitales actuales pero desde una perspectiva masculina que relegaba a las mujeres a roles secundarios o a ser vistas como objetos.
La transformación del ciberespacio en un término feminista ocurrió en 1991, impulsada por el colectivo de arte VNS Matrix y la teórica Sadie Plant, fomentando una reflexión sobre el papel de las mujeres y comunidades marginadas en la configuración de este espacio. Este diálogo entre visiones utópicas y distópicas enriquece nuestra comprensión del tema.
La obra de Ursula K. Le Guin ejemplifica la capacidad transformadora de las historias. Sus escritos en fantasía y ciencia ficción desafían las estructuras de poder y nos enseñan la importancia de la escucha activa. A través de su lente, aprender a "inventarnos una vida" y "contar es escuchar" se convierte en un acto revolucionario. Le Guin nos enseña que "Escuchar no es reaccionar, es establecer una conexión. Al escuchar una conversación o una anécdota no solo respondemos a ella, sino que nos sumamos, pasamos a formar parte de la acción". Este principio se convierte en la esencia de tejer una red de conocimiento, donde cada historia, cada voz, se interconecta con otras, formando un tejido complejo y rico de experiencias y perspectivas.
Este proceso de escucha activa y participativa nos invita a construir colectivamente una memoria más inclusiva y diversa. No se trata simplemente de acumular información, sino de crear conexiones significativas entre las historias que escuchamos y las nuestras, reconociendo el valor intrínseco de cada contribución al tejido de nuestra comprensión colectiva. Al abordar la tarea de decidir qué historias se guardan y cuáles se olvidan con este enfoque, transformamos la narrativa histórica en un acto colaborativo, donde cada participante juega un papel crucial en la construcción de nuevas narrativas.
Al cuestionar quién tiene el poder de decidir qué historias son dignas de ser recordadas, estamos ampliando nuestro conocimiento y abriendo puertas a un futuro donde todas las voces y experiencias sean reconocidas y visibles. Es un llamado a valorar todas las historias, especialmente aquellas que han sido relegadas al margen, y a construir juntos una memoria más justa y representativa de nuestra sociedad.
El ciberfeminismo ilustra cómo enfrentar este desafío, subrayando la importancia de la construcción de este archivo que refleje verdaderamente la diversidad. Por ello, la responsabilidad de decidir qué se recuerda y qué se olvida no debería recaer únicamente en unas pocas manos o instituciones. Es una tarea colectiva que exige constante revisión y cuestionamiento, asegurando que se consideren todas las voces y perspectivas.
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Lecturas que no son solo para mañana
Hoy os queremos compartir 3 artículos que nos han llegado a lo largo de estos días, empezando por un tema muy recurrente en la comunidad de Telegram y en esta misma newsletter, la Inteligencia Artificial:
Tech Crunch está recopilando entrevistas a mujeres relevantes en el mundo de la IA, cuyo trabajo nos interesa observar muy de cerca ya que la Inteligencia Artificial, además de debates sobre el futuro de ciertas profesiones, abre muchas más cuestiones, entre ellas la brecha de género tan notoria que muestra esta tecnología y los modelos de la IA que fomentan la desigualdad como consecuencia de ser creados en un entorno al que las mujeres tiene menos acceso. Ya puedes encontrar varias entrevistas pero irán publicando más a lo largo del año
Seguimos hablando sobre tecnología y su responsabilidad para favorecer o no la desigualdad y lo hacemos con este artículo de The Guardian que nos recuerda cómo los algoritmos están fomentando el machismo entre los adolescentes al compartirse y normalizarse contenido misógino en las redes.
Nuestra última recomendación, también de The Guardian, resume el estudio realizado por Tea Trumbic para World Bank en el que se evidencia que no hay igualdad salarial ente hombres y mujeres en ningún país del mundo.
Ursula K. Le Guin
No podíamos desaprovechar la increíble introducción de Sara sobre Úrsula K Le Guin para adentrarnos un poco más en ese universo de ciencia ficción que desafió las convenciones establecidas.
Hija de dos antropólogos, a una corta edad se sumergió en libros sobre mitología y fantasía clásica pero perdió rápidamente el interés al ver que las historias “parecían tratarse todas sobre herramientas y soldados: los hombres van y conquistan el universo”.
Sin embargo, tras finalizar sus estudios en París y volver a Estados Unidos retomó su interés por la escritura y pocos años después empezó a profundizar y desarrollar su afamado mundo de Terramar.
Le Guin abordó los temas tradicionales de los géneros que eligió, pero a pesar de que sus protagonistas eran mayormente masculinos, evitó la postura machista que caracterizaba a muchos de estos héroes. Los conflictos que enfrentan generalmente surgen de choques culturales y se resuelven más mediante la conciliación y el sacrificio personal que a través de espadas o batallas espaciales.
Es en su segundo ciclo de libros, donde manifiesta algunos de los temas fundamentales por los que se la conoce: el desarrollo moral, valorarse y enfrentarse a sí mismo (o simplemente aceptarse) todo ello en diversos contextos que ofrecen interesantes críticas a la identidad de género. Los conflictos no se traducen en guerras, sino en graves problemas de incomunicación y soledad que deben ser superados mediante la colaboración.
Hay muchas razones por las que la obra de Ursula K. Le Guin debe ser recuperada y leída (y releída) pero por si todavía quedan dudas aquí van unas cuantas:
Es una escritora completa: en su obra reflexiona sobre la literatura, lo que hace que también sea muy interesante su trabajo como ensayista.
Ofrece una crítica afilada y divertida sobre la literatura en general y los procesos de escritura.
Contribuyó significativamente a dignificar la literatura fantástica y dotarla de un profundo humanismo: Para ella la ficción, especialmente la fantástica por su capacidad de ser universal y atemporal, era una de las mejores maneras de comprender a personas diferentes a una misma.
Su obra es profundamente feminista y ecologista, aspectos que hoy más que nunca necesitamos poner en valor.
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