👋🏻 Hey folks
Queremos empezar esta newsletter agradeciendo a todas las personas que asististeis al taller 01: Hello A11y! Más Allá de lo Visible, ha sido increíble arrancar esta nueva etapa de talleres con tan buena acogida. ¡Pronto anunciaremos más novedades! 💚
Siguiendo con el aprendizaje, nuestro compañero Alejandro nos deja una reflexión clave: aprender a disfrutar del proceso en lugar de centrarnos sólo en los resultados. Un recordatorio con el que, seguro, más de una nos sentimos identificadas.
Y ahora, ¿qué?
por Alejandro Sánchez
Tengo la sensación de que vivimos en un checklist continuo. Queremos evolucionar, alcanzar metas, cumplir objetivos y obtener resultados. Esto es normal —seguramente sea lo más característico del ser humano. Lo que me preocupa es que nos enseñan a invertir cada vez menos tiempo en conseguirlo.
A menudo nos frustramos cuando las cosas no salen rápidamente o los objetivos tardan en cumplirse. Incluso llegamos a renunciar cuando no vemos resultados inmediatos. Nos estamos desconectando del presente y, sobre todo, de la satisfacción de superar pequeños retos, porque solo nos enfocamos en un gran objetivo final.
Vivimos tan obsesionados con el resultado que, una vez alcanzado el objetivo, nosotros mismos le quitamos todo el valor. No porque no lo tenga, sino porque ya estamos mirando hacia el siguiente punto de la lista. Pero, realmente, ¿nos paramos a analizar el porqué de lo que estamos haciendo?
Hace unos días corrí mi primera maratón. Desde que empecé a correr más en serio hace un año, era algo que quería tachar de ese checklist, pero nunca es un buen momento. Honestamente, ¿cuándo lo es? Preparar bien una maratón requiere un nivel de dedicación y sacrificio muy alto durante varios meses. Esto, además del esfuerzo que supone, se traduce en lo que nadie dice tener: tiempo.
Lo cierto es que tenía pensado hacerla a mediados o finales de este año, pero me levanté el 1 de enero con ganas de hacerlo cuanto antes. Escribí a mi entrenador, consciente de que la Maratón de Murcia era en cuatro semanas y de que, además, me iba de vacaciones. Aceptó prepararme un sprint de tres semanas, probablemente porque sabía que tampoco iba a conformarme con un "no" por respuesta.
Tras tres semanas bastante intensas y poco recomendables, con una acumulación de kilómetros muy superior a la que venía corriendo, llegó la semana de la carrera. Cada día, por sugestión o por sobrecarga, me fueron apareciendo y desapareciendo múltiples dolores. Los nervios, supongo. Los mismos que me llevaron a dormir solamente tres horas la noche de la carrera.
De repente, te sorprendes buscando en ChatGPT a las tres de la mañana cuán importante es el descanso para correr 42 km. Como si no lo supieras.
Unas horas más tarde comenzó la prueba. Y me puso en mi sitio, vaya que sí lo hizo. Al pasar el kilómetro 30, ves constantemente a gente que se queda en el camino. En ese momento, es difícil no dejarse llevar por la corriente, porque tus piernas y tu cabeza te dicen que lo más sensato sería dejar la broma.
Pude completarla, pero no la disfruté como me habría gustado. La realidad es que no estaba preparado para hacerla en las mismas condiciones en las que, a día de hoy, puedo hacer una media maratón. Una conocida, tras terminarla, me preguntó: "¿Y ahora qué?".
Lo que decía: por duro o difícil que sea lo que conseguimos, parece que ya deja de importar. Creo que esto sucede porque vivimos por y para el resultado y, probablemente, por la forma en la que nos comunicamos hoy en día. Toda la carga de presión y dopamina de las redes sociales no ayuda en absoluto.
Disfrutar del proceso no significa renunciar a nuestras metas, sino aprender a valorarlas. Conseguir algo, generalmente, requiere esfuerzo y dedicación. Lo interesante es aprender a disfrutar de ese esfuerzo y esa dedicación. Respetar los pasos, los tiempos y los procesos. Si te saltas tres pasos elaborando una receta, lo normal es que el plato no esté tan rico.
Parece evidente visto de esta forma. En diseño sucede algo parecido. Puedes aprender a utilizar una herramienta y sacar algo decente con poco esfuerzo si usas una tipografía bonita y miras tres buenas referencias. Ahora bien, eso te permitirá salvar los muebles una vez. Desarrollar una forma de pensar, mirar, reflexionar y ejecutar es lo que hará que disfrutes diseñando y que tengas resultados realmente buenos.
No tenemos que olvidarnos del checklist. Es importante vivir con objetivos, pero tenemos el poder de decidir cómo queremos cumplirlos.
Componiendo una república: herencia, Tumblr y pop
Estrenamos nuevo capítulo de Radio Button! Esta vez nos acompaña Pablo a.k.a @caracazador para hablar de su último disco, República.
Pudimos conversar sobre su proceso creativo, desde cómo conceptualiza un álbum hasta su búsqueda de la imperfección como parte de su identidad artística.
Exploramos la influencia de Tumblr, la herencia cultural y el pop en su trabajo, y cómo se define a través de lo que no le gusta. Además, nos cuenta cómo ha construido un espacio seguro que lo conecta con sus raíces.
Muchísimas gracias a Pablo por contarnos y como siempre a los nuestros host María Albillos y Jacobo Vázquez y a todo el equipo de Radio Button por hacer este episodio posible!
Tomoko Miho
Hoy os queremos hablar de Tomoko Miho (1931-2012), una diseñadora japonesa-estadounidense conocida por su dominio del espacio y la forma. Tras su formación en diseño industrial, pronto pivotó hacia el diseño gráfico, donde su sensibilidad estructural definió su enfoque visual.
Atribuía su visión al Shakkei ("paisaje prestado"), una filosofía japonesa que integra el fondo en la composición. Para Miho, diseñar era como cuidar un jardín: cada elemento debía encajar con armonía en el conjunto. Su trabajo también refleja la precisión del estilo tipográfico suizo, que influenció su sentido compositivo.
Trabajó en el estudio de George Nelson y en el Center for Advanced Research in Design (CARD), donde diseñó para Herman Miller y creó su pieza más icónica: el póster Chicago Architecture (1967), hoy en la colección del MoMA. En esta obra, utilizó material industrial para capturar la esencia arquitectónica de la ciudad.
En 1982 fundó su propio estudio, Tomoko Miho & Co, donde colaboró, entre otros, con el Smithsonian y el MoMA. Su legado sigue vivo en la forma en que transformó el espacio gráfico, expandiéndolo más allá de sus límites visibles, dotándolo de profundidad y ligereza a la vez.
✨ Iratxe recomienda
Esta semana, nuestra compañera nos trae:
Mandy (2018): Dirigida por Panos Cosmatos, esta película sigue a Red, un hombre que busca venganza tras el asesinato de su novia por una secta. Con colores saturados y una estética psicodélica, la dirección de arte potencia su atmósfera salvaje y emocional.
The Lighthouse (2019): Dirigida por Robert Eggers, dos hombres pierden la cordura mientras cuidan un faro en una isla remota. Su formato en blanco y negro y la atmósfera claustrofóbica reflejan cómo la estética intensifica la inquietante narrativa.
The Substance (2024): Dirigida por Coralie Fargeat, es un body horror que convierte la obsesión por la juventud en una pesadilla visual. Sus efectos prácticos, el contraste entre lo glamuroso y lo grotesco, y una fotografía saturada refuerzan su crítica al culto al cuerpo.