👋🏻 Hey folks
Hay veces en las que el lenguaje se queda corto. Cuando hablamos de diseño, muchas veces no basta con explicarlo: hay que mostrarlo, construirlo, traducirlo. Porque diseñar también es navegar entre culturas, lenguas y formas distintas de ver el mundo.
Esta semana, dos reflexiones que nos invitan a pensar el diseño como un lenguaje más allá de las palabras. Por un lado, nuestra compañera Sara Santos nos cuenta qué ha aprendido diseñando siempre en idiomas que no eran el suyo. Por otro, Monotype nos recuerda que incluso una tipografía puede ser una herramienta política, emocional o de transformación.
Enjoy! ✨
Diseñar entre lenguas
por Sara Santos
Nunca he trabajado en mi país. Nací en Portugal, pero mi carrera como diseñadora empezó en Italia y continuó en España, donde llevo ya una década. A veces me doy cuenta de que he pasado más tiempo explicando ideas en idiomas que no son el mío que en mi propia lengua.
Curiosamente, eso no me ha hecho diseñar peor. Al contrario: creo que me ha obligado a diseñar mejor.
Diseñar entre lenguas es también diseñar entre culturas. Las palabras que usamos para hablar de un producto, un flujo o una decisión de diseño no siempre significan lo mismo para todas las personas. Un “es intuitivo” en Madrid puede implicar rapidez; en Lisboa, familiaridad; en Milán, claridad. A veces, incluso hablando el mismo idioma, no compartimos los mismos referentes.
Trabajando con equipos multiculturales, empecé a notar que, cuando fallaba el lenguaje, el diseño tenía que hablar más claro. Las decisiones visuales, la estructura, la arquitectura de información se volvían herramientas de traducción. No solo para el usuario final, sino para nosotras y nosotros, diseñadoras y clientes, intentando entendernos.
He vivido reuniones donde el inglés o español, idiomas puente habituales, no bastaban. Pero un wireframe, un diagrama de flujo, una tabla, una metáfora visual sí. Diseñar, en esos momentos, se convertía en encontrar el lenguaje común. Uno que no se escribe, pero se entiende.
En un mundo de productos globales y equipos distribuidos, diseñar se parece cada vez más a traducir. No solo de una lengua a otra, sino de un contexto cultural a otro, de una lógica a otra. El diseño acorta la distancia entre cómo pensamos y cómo sentimos. Entre lo que decimos y lo que queremos decir.
Por eso, cuando hablamos de accesibilidad, de diseño inclusivo o de diseño responsable, en el fondo también estamos hablando de esto: de reducir fricciones entre mundos que no siempre se entienden. A veces, el verdadero reto es que una imagen, un icono o una estructura comuniquen lo mismo más allá del idioma. El diseño empieza a funcionar de verdad cuando deja de depender del idioma y empieza a hablar desde lo común.
No trabajar nunca en mi lengua materna me ha enseñado a observar más y asumir menos. A diseñar con más intención. A dejar que el producto diga cosas que a veces yo no sé explicar con palabras. Tal vez por eso me gusta tanto el diseño: porque, aunque no hablemos el mismo idioma, nos permite construir cosas juntos.
Tipografía con propósito
Monotype lo deja claro en su informe Re:Vision 2025: la tipografía ya no va solo de estilos, sino de mensajes, conflictos y cambios. Este año, las tendencias se leen entre líneas: cómo usamos el diseño para procesar lo que vivimos, desde la guerra hasta la crisis climática, pasando por la IA o las nuevas generaciones.
En vez de predecir modas, este informe habla de relatos. ¿Y si una fuente pudiera protestar? ¿O sanar? ¿O tender puentes? El diseño tipográfico se convierte en herramienta crítica, emocional y política.
👉 Dos ideas que nos han hecho pensar:
La tipografía puede ser una forma de resistencia o de reconciliación, dependiendo de cómo se use.
El cruce entre tipografía y tecnologías emergentes como la IA o la VR no es futuro: es presente.
Si quieres profundizar más, puedes descargarte el informe completo aquí!
Eva Zeisel
Nacida en Budapest en 1906, Eva Striker Zeisel vivió más de un siglo entre arcillas, moldes y revoluciones; transformando materiales duros en formas suaves y cercanas. Su obra no buscaba lo espectacular, sino lo íntimo: piezas pensadas para habitar, tocar y compartir en la vida diaria.
“No creo cosas angulares. Soy una persona más circular”, decía de sí misma. Su obra lo confirma: platos que se abrazan, jarrones que insinúan cuerpos, saleros como madre e hijo.
Fue la primera mujer en formar parte del gremio de alfareros de Hungría, trabajó en fábricas de cerámica en Alemania y, ya en la Unión Soviética, fue nombrada directora artística del Russian Porcelain and Glass Trust. En 1936, a los 29 años, fue encarcelada bajo falsas acusaciones de conspirar contra Stalin. Pasó 16 meses presa, doce de ellos en aislamiento. Cuando consiguió salir, se fue a Nueva York, donde rehízo su vida —y su carrera— desde cero.
En EE.UU., enseñó en el Pratt Institute y diseñó piezas que hoy se encuentran en museos como el MoMA, el Met o el Victoria & Albert. Fue la primera mujer en tener una exposición individual en el MoMA, y su vajilla “Town and Country” se convirtió en un icono del diseño moderno americano. Pero Eva no diseñaba para vitrinas: sus formas redondeadas nacían de observar la naturaleza y las relaciones humanas.
A los 97 años lanzó una nueva línea de lámparas. A los 105, todavía dibujaba. Siempre se consideró, por encima de todo, a maker of useful things.
✨ Silvia recomienda
Esta semana, nuestro compañera nos trae:
Boira Glass: Boira Glass es una marca española de joyería artesanal creada por Covadonga Ferrer. Sus piezas únicas están hechas con vidrio borosilicato mediante técnicas tradicionales, inspirándose en la naturaleza y elementos fantásticos. Anillos, pendientes y colgantes preciosos elaborados a mano en Valencia.
The Girl Pope: En esta newsletter, la madrileña Gala Castro comparte sus reflexiones sobre cómo vivir una vida más sencilla, conectada con lo esencial. Sus textos celebran el sol, la artesanía local, las prendas de segunda mano y tejidos naturales, la lectura tranquila, la cocina casera con pucheros y postres, el contacto con la naturaleza y los pequeños placeres cotidianos.
Justine Franco: Justine Franco es una artista visual española nacida en Palma de Mallorca. Su obra se distingue por un estilo vibrante que fusiona lo figurativo y lo abstracto, con figuras estilizadas, sombreros monumentales y paletas de colores audaces que rompen con lo convencional. Inspirada por recuerdos personales, emociones y fragmentos de canciones, Justine busca transmitir sensaciones de bienestar y paz mental a través de sus composiciones.